Y, por fin, se
me reveló la gran noticia:
“El amor es
dentro de ti”.
Abandoné a “la
buscadora” y
me convertí en
“ la aceptadora”.
El exterior se
convierte así,
en lo que yo
quiero vivir;
en las partes
de mi que concilio
y me dejo ver:
EN LO QUE
DESEO.
Permitiéndome
la nostalgia y el desencuentro,
las astucias
de la bien querida o
los
encabalgamientos del amor vampírico.
A través de
mi,
me enamoro de
mis hijos y dilucido sentir
que son ellos
los que me hacen EXISTIR.
Elijo el tono
hierático para mirarte,
porque ya no
me ves y, eso amigo,
es lo más real
que hemos compartido…
sin dudas y
sin aspavientos.
Adoctrínome a
diario en la expectación,
en la
estancia,
en la
capacidad de no permitir las sombras:
ese es MI
PODER.
Y, por todo
ello,
hago alegato
de capacidad y de condición;
de renuncia y
transformación.
No concibo
vivir sin serme fiel,
porque después
recreo todo lo demás
y quien quiera
darme,
me da.
El fundamento
de ayer que me recordó que
en la obsesión
está la carencia de la vida,
en el miedo
está el horror
y en ponerte
los cuernos a ti mismo,
mirando a los
demás antes que a ti,
todos los infiernos
concentrados en uno.
Querida yo:
Te perdono.