“…tu mano en mi espalda,
desde el infinito del desasosiego hasta el final de la nuca,
arrastrándose como serpientes del deseo,
el tiempo se para:
¡que se pare!”
El olor:
a ráfaga de poemas;
tal vez a delirios,
a óleos esparcidos,
a tus ojos conmigo:
encima…
No puedo dejar de beber
¡cómo hacerlo!
si todo el principio está delante y es el final,
ráfagas…
sutiles miradas,
el tacto…
Estás vestido de ti,
impoluto,
semiafeitado y semidesnudo para mí,
sólo para mí aquí dónde nos encontramos:
pero estás lejos
y cerca…
Y no sé si decírtelo más veces,
tal vez sean más de la cuenta:
siento que eres joven y yo no…
quizá pare,
todo es cuestión de tiempo,
él manda…
o tú.
Y el olor…,
puedo tocarlo desde mi alfombra de neones,
la de los locos borrachos,
la de los que tenemos vueltas de hoja…
No quiero el teléfono
¡me da igual!
Sólo anhelo que el tiempo se pare en este aroma,
el de tu sudor,
y que me susurre al oído
todo lo que el arte quiere enseñarme,
todo lo que a veces siento que soy,
tal vez sin ti:
casi nada… o todo,
no sé si seguir el juego,
siento que te asustas y yo…
soy demasiado "rara" para reconocerlo.
Ven...
ya...
Ven...