Érase que se era, un país como este o como en el que tú vives; un país azul a veces y negro otras, de colores más cálidos o más fríos según tuviésemos el corazón y, lo más importante, un país en el que aún, quedaban niños.
Si, hacía años que los niños empezaban a extinguirse; como el lince o los dinosaurios; los niños dejaban de existir porque no había tiempo para ellos y, por tanto, la gente cada vez más, se poseía por el virus del egoísmo y se contagiaban unos a otros. No querían responsabilidades y sólo se ocupaban de ellos mismos como seres individuales. La raza humana se extinguía y a nadie parecía importarle; de hecho, había miles y millones de embriones congelados para, cuando llegase el momento, fecundarlos en placentas artificiales y crear seres humanos que ayudaran a la procreación y a la no extinción de la raza. Sólo había una condición que, tampoco, parecía importar a nadie: una vez fecundados los embriones habrían de permanecer en la placenta hasta los veinte años de edad, el feto sería feto hasta los veinte años y, por consiguiente, no volverían a existir jamás… los niños. Un proceso informático se ocuparía de introducir el conocimiento necesario a cada ocupante de la placenta artificial y al abandonar su lugar de crecimiento; el ser humano como producto, tendría cultura, sabría responder a estímulos externos, sabría discernir asuntos específicos y, así, un sin fin de conocimientos que antes, sólo se adquirían gracias a la experiencia. En resumen, se perdería la sorpresa de los neófitos, no existiría la inocencia infantil y se perderían las miradas de los niños… pero eso, no importaba en el mundo entero; a excepción de este país del que te he escrito al principio. En este país si conocían bien a los niños y la importancia de éstos para sobrevivir.
Aquí, tal vez, se aprendió a valorarlos a base de momentos extraños. Se hacinaban de manera compulsiva por épocas, pedían vivir allí y necesitaban de otros humanos para extraer alientos perdidos dentro de ellos mismos. Eran etapas duras porque había que convencer al cuerpo de todos y cada uno de ellos, para que les permitiese extraer el tan preciado atisbo de aire, obligatorio para ir sumando días a sus vidas. Esta tarea no era sencilla y la acompañaban una serie de condiciones:
1. Deberían raparse la cabeza y todo el pelo del cuerpo (aunque fuese pelusilla).
2. Tendrían que sufrir pesadillas nocturnas y diurnas, era indiferente si dormían o estaban en vigilia; los malos sueños y los malos presentimientos los invadirían.
3. Habrían de llevar en la mano una flor que les marcaría, en forma de pétalos, los alientos que les quedaban. Más pétalos, más alientos que sustraer…
4. Habrían de convivir con dolores, espasmos, y toda clase de respuesta que su cuerpo decidiera dar a cada intento de succión de lo que era suyo.
5. No podrían salir de ese país de niños como ellos, en un tiempo prescrito, tal vez muy corto o tal vez no.
Pero, pese a todo lo que acompañaba a este proceso, este país se llenaba de niños con ganas de extraer alientos y vivir para poder ser adultos y cambiar el método que hasta ahora habían seguido sus antecesores.
Un día uno de los niños lloraba, sólo le quedaban dos pétalos: uno pequeño y otro algo más grande. Había seguido todos y cada uno de los pasos, había respetado las normas casi sin llorar y, lo más importante, tenía unas ganas irrevocables de vivir con todo el aliento posible. Y, sin embargo, su flor parecía morir cada día un poquito más.
Paseaba por ese país de pasillos que se le hacía, a cada minuto que pasaba, más de un color opaco y oscuro; cuando se paró y decidió dejar de sonreír. No pasaron ni dos segundos cuando otro chico como él, pero con una flor más tupida, le dijo: - hace dos semanas la mía era como la tuya y hoy ¡ya ves como es! ¿Quieres que te cuente cómo lo he hecho?...- Fid, que así se llamaba el niño, hizo un gesto con la cabeza asintiendo y caminó con el niño de la flor tupida durante un rato. Poco a poco y sin que ninguno de los dos se diese cuenta, la flor de Fid iba haciéndose más grande y más tupida; tal vez los alientos se creaban con las sonrisas o con la amistad… eso, aún hoy no se sabe; pero cuentan… que hasta de un océano a otro se pueden sentir las sonrisas y ver las flores de otros que necesitan crecer, hacerse grandes y más tupidas.
Si, hacía años que los niños empezaban a extinguirse; como el lince o los dinosaurios; los niños dejaban de existir porque no había tiempo para ellos y, por tanto, la gente cada vez más, se poseía por el virus del egoísmo y se contagiaban unos a otros. No querían responsabilidades y sólo se ocupaban de ellos mismos como seres individuales. La raza humana se extinguía y a nadie parecía importarle; de hecho, había miles y millones de embriones congelados para, cuando llegase el momento, fecundarlos en placentas artificiales y crear seres humanos que ayudaran a la procreación y a la no extinción de la raza. Sólo había una condición que, tampoco, parecía importar a nadie: una vez fecundados los embriones habrían de permanecer en la placenta hasta los veinte años de edad, el feto sería feto hasta los veinte años y, por consiguiente, no volverían a existir jamás… los niños. Un proceso informático se ocuparía de introducir el conocimiento necesario a cada ocupante de la placenta artificial y al abandonar su lugar de crecimiento; el ser humano como producto, tendría cultura, sabría responder a estímulos externos, sabría discernir asuntos específicos y, así, un sin fin de conocimientos que antes, sólo se adquirían gracias a la experiencia. En resumen, se perdería la sorpresa de los neófitos, no existiría la inocencia infantil y se perderían las miradas de los niños… pero eso, no importaba en el mundo entero; a excepción de este país del que te he escrito al principio. En este país si conocían bien a los niños y la importancia de éstos para sobrevivir.
Aquí, tal vez, se aprendió a valorarlos a base de momentos extraños. Se hacinaban de manera compulsiva por épocas, pedían vivir allí y necesitaban de otros humanos para extraer alientos perdidos dentro de ellos mismos. Eran etapas duras porque había que convencer al cuerpo de todos y cada uno de ellos, para que les permitiese extraer el tan preciado atisbo de aire, obligatorio para ir sumando días a sus vidas. Esta tarea no era sencilla y la acompañaban una serie de condiciones:
1. Deberían raparse la cabeza y todo el pelo del cuerpo (aunque fuese pelusilla).
2. Tendrían que sufrir pesadillas nocturnas y diurnas, era indiferente si dormían o estaban en vigilia; los malos sueños y los malos presentimientos los invadirían.
3. Habrían de llevar en la mano una flor que les marcaría, en forma de pétalos, los alientos que les quedaban. Más pétalos, más alientos que sustraer…
4. Habrían de convivir con dolores, espasmos, y toda clase de respuesta que su cuerpo decidiera dar a cada intento de succión de lo que era suyo.
5. No podrían salir de ese país de niños como ellos, en un tiempo prescrito, tal vez muy corto o tal vez no.
Pero, pese a todo lo que acompañaba a este proceso, este país se llenaba de niños con ganas de extraer alientos y vivir para poder ser adultos y cambiar el método que hasta ahora habían seguido sus antecesores.
Un día uno de los niños lloraba, sólo le quedaban dos pétalos: uno pequeño y otro algo más grande. Había seguido todos y cada uno de los pasos, había respetado las normas casi sin llorar y, lo más importante, tenía unas ganas irrevocables de vivir con todo el aliento posible. Y, sin embargo, su flor parecía morir cada día un poquito más.
Paseaba por ese país de pasillos que se le hacía, a cada minuto que pasaba, más de un color opaco y oscuro; cuando se paró y decidió dejar de sonreír. No pasaron ni dos segundos cuando otro chico como él, pero con una flor más tupida, le dijo: - hace dos semanas la mía era como la tuya y hoy ¡ya ves como es! ¿Quieres que te cuente cómo lo he hecho?...- Fid, que así se llamaba el niño, hizo un gesto con la cabeza asintiendo y caminó con el niño de la flor tupida durante un rato. Poco a poco y sin que ninguno de los dos se diese cuenta, la flor de Fid iba haciéndose más grande y más tupida; tal vez los alientos se creaban con las sonrisas o con la amistad… eso, aún hoy no se sabe; pero cuentan… que hasta de un océano a otro se pueden sentir las sonrisas y ver las flores de otros que necesitan crecer, hacerse grandes y más tupidas.
FIN
Esta entrada es para Fidalgo por ser la inspiración y porque me apetecía hacerle un regalo ¡va por tí hombretón! ...esto era mi regalo...;)
Esta entrada es para Fidalgo por ser la inspiración y porque me apetecía hacerle un regalo ¡va por tí hombretón! ...esto era mi regalo...;)
16 comentarios:
Y bueno mujer, tu bien sabes que yo y la infancia en general no nos llevamos muy bien... Así que la idea de que las personas nazcan con 20 años cumplidos y sin necesidad de pasar por la niñers o la adolescencia... Bueno, no me suena tan mala...
Bueno… me quedo corto en palabra para agradecerte este relato , que mas que relato es lección, si es cierto que hay flores que se van quedando sin pétalos y hasta ahora no entendía muy bien como es que otras reflorecen cada día…ahora me queda mas claro..de océano a océano te doy las gracias, porque no se de otra palabra que pueda expresar mejor el sentimiento…y ahora voy a ver salir pétalos, te lo prometo…y masa pronto que tarde llevare esa flor al otro lado del océano…
Pero es que dibujas re-lindo!
Hoy la Noche hermosa esta de Halloween, te invito a celebrarla paseandote por mi cuevita!
Saludos amiga!
bonito blog.
Salu2
Mariquilla, ya sabes que te dije del dibujo y del cuentito. Me encantaron ambas cosas cuando me las enviastes y ya te dije que a Fid, también estaba segura que le gustaría. Todos queremos que la flor de Fid se llene de pétalos.
Besicos guapa
¡Qué triste un mundo sin niños!
Me ha encantado el cuento.
Besos
Me recordó a un disco de Maná que se llamaba ¿Dónde jugarán los niños? Pero claro, si no los hay pues ya no hay que preocuparse de dónde podrán jugar… No sé si viste un anuncio hace poco en el que el mensaje era un niño que reclamaba la atención; paradójicamente era un anuncio de la Junta, y ahí te lo dejo, que tú sabes mejor que yo como esta lleva el tema de los menores y las concesiones que hace; y por cierto, los apañeros que van a esos centros de la empresa que empieza por D empiezan mañana; espero que les vaya bien.
Kisses
Aparte de tus letras, me han encantado tus dibujos. Proyectan ternura y esperanza.
Un placer conocerte, gracias a tu mami, estoy aquí.
Recibe abrazos.
Graciela
MARIO: ¡ves! tú y yo diferimos en algunas cosas...,jejeje, yo no concibo la vida sin infancia ni entiendo (pero respeto profundamente) a nadie que no la conciba como algo esencial, para vivirla y para desde la adultez viivirla otra vez...
FIDALGO: mientras tanto, por aquí seguiremos, esperando ver esa flor pronto... no se me olvidará que has dicho que la cruzarías de océano a océano eh?...jejejeje
un beso enorme guapo!
NOCHE: Gracias apañá!!! bueno, me pasaré por tu blog, pero que sepas que no me gusta Halloween, es más, no me gusta NAAAAAAAAADA...jejejje
ANTI-YO: bienvenido a este rinconcillo...por aquí te espero si te apetece...
MAMÁ: pues gracias, si, todos queremos eso....
NANNY: estoy contigo guapa, un mundo sin niños ¿qué es? la NADA.
GATA: me acuerdo de aquel disco, yo aún era joven y menos trasnochada...jajajaja espero que les vaya bien a aquellos que van a conocer el "caos" jejejeje NOs vemos el miércoles oK?
CLARICE: gracias Clarice! sé que mi madre habla demasiado bien de mí, jajaja, bienvenida a mi rincón y pasa cuando quieras, serás bien recibida...un beso
Sublime, me ha emocionado, gracias por esta historia. Creeme que la leeré muchas veces¡¡
Un fuerte saludo compañera.
La historia te ha quedado genial, como siempre... pero la idea, la idea me da escalofríos... :)
Besicos
EL SUEÑO DE GENJI: GRACIAS a ti por leerla, me alegra que te haya gustado, cuando quieras pásate por aquí, eres bienrecibido...Un beso
SUREÑA: Sureñamiademiarma...A mi tamibén me da escalofríos el tema, pero existe, así que qué mejor manera de tratarlo que a través de un cuento... muchos besicos para ti también,guapa!
Qué tristillo el cuento... Aunque acabe bien... Eso de que la gente se vuelve cada vez más egoista es verdad, espero que no sea un cuento premonitorio!
El dibujo me parece una verdadera maravilla. No conocía este lado artístico tuyo, aunque ya entre tu madre y tú, no me sorprenden de tantas habilidades que tienen.
Un besote preciosa y me alegro que estés marchosa otra vez!
Todo sea por sentir las sonrisas.
Odio a los niños. Adoro a los niños.
Un (b)ico
Qué triste la vida sin niños...
Besos.
que bonito....
te dejo una sonrisa :)
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