Bueno, bueno...este post de hoy tiene historia, es decir, los que leeis a Mario (Necio Utopo) (los que no lo hayais hecho ya ¡a qué estais esperando!) conoceréis su último post, pues bien, este mío que procederé en breve a colgar; comenzará con el suyo para luego recibir a modo de homenaje (dede mi humilde capacidad narrativa...) una respuesta simultanea. Es decir, Mario habla de cómo va acercándose a una mujer que hasta hace poco había compartido con él más que la amistad y que ahora sólo puede saludar y recordar lo que fue y lo que no es, su visión de los hechos...¡vale! pues ahora yo seré esa mujer (bueno, mis musos y yo) y voy a escribir todo lo que ella puede estar pensando a la par...; hay veces que sin diálogo realmente no sabemos qué pasa. Es un regalo para él, porque creo que es un hombre fantástico, crecido pero sin llegar a ser adulto, pero sobretodo, porque me apetece demostrarle cariño...y qué mejor manera que hacerlo a través de nuestro mundo que es la blogosfera y utilizándolo a él y a sus palabras como modo de inspiración...
¡Nada más! ....esto esto esto esto ...es todo amigos.....os dejo con el homenaje:
miércoles, febrero 06, 2008
EL LA MIRA
Mario Stalin Rodríguez
I Él la mira, él duda un poco.
II Caminar por las calles de la Ciudad, de vez en cuando mirar de reojo a quienes caminan en dirección contraria. Esa es una costumbre vieja en él.Llegar hasta la columna chueca, virar un poco hacia la izquierda, mirar a la derecha, cruzar las calles a toda prisa intentando no ser atropellado por un automovilista imprudente, esos son reflejos en él.
III Él la mira, él suda un poco.
IV A lo lejos ella, Ella. Siempre un poco como desfasada del tiempo, siempre un poco como nebulosa. Camina hacia ella con pies como de plomo, con animo como de niño en camino a la escuela (si me perdonan el símil).A lo lejos ella; vira un poco hacia la izquierda y ella que ya no está.
V Él la mira, él de cura muy poco.
VI Mirarla siempre, con ojos como de lascivia, pero no precisamente de eso. Mirarla siempre, con ojos como de deseo, pero no precisamente sólo eso.Buscarla cuando ya no está, volver a encontrarla y no atreverse a hablarle, a decirle siquiera aun hola o algo un poco más atrevido que el saludo.
VII Él la mira, él la desea un mucho.
VIII Llegar hasta ella y saludarla con el saludo de siempre; fingir como siempre, después de todo sólo son amigos, solo son amigos, sobre todo solo, Solo.Fueron más, fueron complemento e historia. Fueron más, fueron camino y cotidianidad. Fueron más y hoy son sólo distancias; silencios.Despedirse cuando se van, desearla de nuevo con más fuerzas que antes, como el agua contenida que sale a presión cuando es liberada (si me perdonan el símil).
IX Él la mira irse y se suicida un poco más esta vez.
lunes, 11 de febrero de 2008
ELLA LO MIRA
María Serrano
I Ella lo observa, la está mirando… o tal vez no.
II No controla el caminar despacio, lo intenta pero su afán por llegar a las cosas o a los sitios, la hace recontar sus pasos y aumentarlos. En series de uno y dos, sigue ritmos secretos que le marcan el corazón y el paso… Son sus conductas repetidas, las suyas que la acercan hacia lo que desea, hacia las columnas desdibujadas de la cuidad.
III Ella lo divisa, entretanto medio lo sueña.
IV De sus pasos se queda con el ritmo más melodioso porque a lo lejos aparece y desaparece, virando hacia algún lado: él.
Siempre o casi siempre, el mismo que la hace caminar o, a veces, pararse: ÉL
V Ella es tímida, de heroína no sabe disfrazarse.
VI Mantenerse al margen, oliendo su cabello limpio, sus hombros parejos y su cuello desierto.
Más cerca de él, va oliéndose a ella misma por cada resquicio de cuerpo que le queda descubierto, todavía está en él y no puede más que olerse de lleno, sin tocar y sin hablar, embadurnada de aromas exquisitos a su boca.
VII Ella lo escucha, lo escucha, lo escucha…
VIII Quedarse más de un momento a su lado, a la par de sus dedos que le enlazan el pelo corto anillado para bajar acariciando la espalda erecta de arriba abajo. Antes miradas de frente y hoy, perdidos en abismos; se despierta del sueño, en un clic sonoro de sus dedos.
Escucharlo decirle adiós como a los locos, adiós porque te quiero; es casi irreconocible este paso descompasado que le ha regalado encima del asfalto: adiós aromado de ausencia y recuerdos.
IX Ella lo divisa ya lejos, mientras se le van cayendo los trozos de vida que le había prestado antes de ayer, cuando aún sabía que se querían.
(a mi amigo Mario,
que aunque está lejos lo noto cerca)
P.D: perdón por el plagio ...jejejeje