Escaseamos de valores...
dicen;
de certezas,
de ambigüedades que dejen ver
o dejen a medio ver los estrechos
pasadizos de la insinuación y
la indirecta.
Me dicen que caminamos sin rumbo
y sin destino…
pero yo no me lo creo.
La búsqueda termina y empieza aquí mismo,
donde yo quiera:
entre las ranuras de las puertas semiabiertas
o desfilando,
por las aduanas que me imagino
(las que hay entre todos nosotros).
Pero,
mientras tanto,
todo está hecho y prefabricado de algodón;
y nada cae ni se derrumba;
sólo lo que queremos que lo haga y,
a veces,
hasta de acero y hormigón son las raíces
de los árboles talados…,
pero no sabemos verlo
y sólo ojeamos
los valores destruidos de los ancestros:
… de lo malo lo peor…
y dicen que no tengo valores ni raíces,
que el sudor de la esperanza no está ni remunerado
ni vale la pena…
¡Que digan lo que quieran,
todos los que sean…!
Mi fe soy yo,
los ideales los que decida al despertar por la mañana…
los crepúsculos son esperanza y
millones de batallas ganadas,
pequeños secretos guardados,
el preludio de lo que seré cuando sea;
pero mientras tanto,
me quedo quieta y resguardada
de todas las tormentas que son los tópicos,
la falta de ganas,
el infierno de los curas que,
endemoniados por ellos mismos,
intentan poner precio a los corazones,
a las almas,
a todo lo que es Dios para mí y para los que me aman.