¡Vi a MARTIRIO! Sí, por fin, conseguí ver y escuchar en directo a Martirio; nada más y nada menos que en el teatro LOPE DE VEGA ¡casi ná! (como dirían los habitantes de esta tierra que me adopta).
Tengo unas ganas infinitas de expresar lo que esta mujer de casta me transmitió, pero ya sabéis; ahora hay que procesar, digerir, deglutir o, como quiera que se llame, al acto de intentar hacer letras el corazón.
Su feminidad creo que será difícil de superar, tal vez no haya disfrutado de una mujer tan femenina nunca ¡es reconfortante! ¡qué digo reconfortante! es absolutamente prodigioso respirar a una mujer de verdad, aunque haya sido desde la segunda fila del patio de butacas; el halo de la hembra llega hasta ahí y, bueno, hasta mucho más ¡no cabe duda!. Yo, algún día, seré como ella o como su voz: carismáticamente femenina ¡qué perfecto don! Ahí es donde, casi siempre, está el arte.
Me quedo con el momento en el que hacía gala de su afán por investigar en la copla y las raíces y nos sorprendía con una “Bien pagá” con toques de tango o una “Torre de Arena” original y genuina tal cual es ella misma; en este momento, mi cerebro se desconfiguró y discerní; sin más movimientos que el de la sonrisa más la lágrima, que eso era lo que a mi me bastaría para vivir: conseguir expresar como ella lo hizo, conseguir hacer sentir como ella nos hizo sentir y conseguir agrandar el alma como ella nos la agrandó. Poco más.
“ Si de tus labios me pidieran,
una frase eterna,
elegiría una:
No quiero a quien no me quiera.
Si de tus ojos manaran
lágrimas de mujer serena,
yo las bebería una a una
para ser como tú:
mujer, pero mujer entera”.
¡Ole tú MARTIRIO! ¡Ole la artista pero sobretodo la MUJER!