NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL

NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL
BLOG DE MARIA

OTRO MUNDO ES POSIBLE

OTRO MUNDO ES POSIBLE
CUANDO LO SOÑAMOS JUNTOS...

viernes, 31 de octubre de 2008

EL PAÍS DONDE QUEDABAN NIÑOS


Érase que se era, un país como este o como en el que tú vives; un país azul a veces y negro otras, de colores más cálidos o más fríos según tuviésemos el corazón y, lo más importante, un país en el que aún, quedaban niños.
Si, hacía años que los niños empezaban a extinguirse; como el lince o los dinosaurios; los niños dejaban de existir porque no había tiempo para ellos y, por tanto, la gente cada vez más, se poseía por el virus del egoísmo y se contagiaban unos a otros. No querían responsabilidades y sólo se ocupaban de ellos mismos como seres individuales. La raza humana se extinguía y a nadie parecía importarle; de hecho, había miles y millones de embriones congelados para, cuando llegase el momento, fecundarlos en placentas artificiales y crear seres humanos que ayudaran a la procreación y a la no extinción de la raza. Sólo había una condición que, tampoco, parecía importar a nadie: una vez fecundados los embriones habrían de permanecer en la placenta hasta los veinte años de edad, el feto sería feto hasta los veinte años y, por consiguiente, no volverían a existir jamás… los niños. Un proceso informático se ocuparía de introducir el conocimiento necesario a cada ocupante de la placenta artificial y al abandonar su lugar de crecimiento; el ser humano como producto, tendría cultura, sabría responder a estímulos externos, sabría discernir asuntos específicos y, así, un sin fin de conocimientos que antes, sólo se adquirían gracias a la experiencia. En resumen, se perdería la sorpresa de los neófitos, no existiría la inocencia infantil y se perderían las miradas de los niños… pero eso, no importaba en el mundo entero; a excepción de este país del que te he escrito al principio. En este país si conocían bien a los niños y la importancia de éstos para sobrevivir.

Aquí, tal vez, se aprendió a valorarlos a base de momentos extraños. Se hacinaban de manera compulsiva por épocas, pedían vivir allí y necesitaban de otros humanos para extraer alientos perdidos dentro de ellos mismos. Eran etapas duras porque había que convencer al cuerpo de todos y cada uno de ellos, para que les permitiese extraer el tan preciado atisbo de aire, obligatorio para ir sumando días a sus vidas. Esta tarea no era sencilla y la acompañaban una serie de condiciones:
1. Deberían raparse la cabeza y todo el pelo del cuerpo (aunque fuese pelusilla).
2. Tendrían que sufrir pesadillas nocturnas y diurnas, era indiferente si dormían o estaban en vigilia; los malos sueños y los malos presentimientos los invadirían.
3. Habrían de llevar en la mano una flor que les marcaría, en forma de pétalos, los alientos que les quedaban. Más pétalos, más alientos que sustraer…
4. Habrían de convivir con dolores, espasmos, y toda clase de respuesta que su cuerpo decidiera dar a cada intento de succión de lo que era suyo.
5. No podrían salir de ese país de niños como ellos, en un tiempo prescrito, tal vez muy corto o tal vez no.

Pero, pese a todo lo que acompañaba a este proceso, este país se llenaba de niños con ganas de extraer alientos y vivir para poder ser adultos y cambiar el método que hasta ahora habían seguido sus antecesores.

Un día uno de los niños lloraba, sólo le quedaban dos pétalos: uno pequeño y otro algo más grande. Había seguido todos y cada uno de los pasos, había respetado las normas casi sin llorar y, lo más importante, tenía unas ganas irrevocables de vivir con todo el aliento posible. Y, sin embargo, su flor parecía morir cada día un poquito más.
Paseaba por ese país de pasillos que se le hacía, a cada minuto que pasaba, más de un color opaco y oscuro; cuando se paró y decidió dejar de sonreír. No pasaron ni dos segundos cuando otro chico como él, pero con una flor más tupida, le dijo: - hace dos semanas la mía era como la tuya y hoy ¡ya ves como es! ¿Quieres que te cuente cómo lo he hecho?...- Fid, que así se llamaba el niño, hizo un gesto con la cabeza asintiendo y caminó con el niño de la flor tupida durante un rato. Poco a poco y sin que ninguno de los dos se diese cuenta, la flor de Fid iba haciéndose más grande y más tupida; tal vez los alientos se creaban con las sonrisas o con la amistad… eso, aún hoy no se sabe; pero cuentan… que hasta de un océano a otro se pueden sentir las sonrisas y ver las flores de otros que necesitan crecer, hacerse grandes y más tupidas.


FIN

Esta entrada es para Fidalgo por ser la inspiración y porque me apetecía hacerle un regalo ¡va por tí hombretón! ...esto era mi regalo...;)




sábado, 25 de octubre de 2008

LA PIZCA DE VIENTO

Érase una vez una pizca de viento. Esta pizca de viento removía pocas cosas, es decir, pocas cosas que tuviesen un tamaño enorme (físicamente hablando); sí, movía pocas montañas y pocos elefantes, pocos rascacielos y casi ninguna escavadora.

Esta pizca de viento lloraba a menudo porque a ella lo que realmente le gustaban era los huracanes y los tornados que, aunque a veces destruían edificios y arrasaban plantaciones, algunas otras removían las arenas del desierto, revolvían el agua de los mares y, en definitiva, creaban paisajes efímeros dignos de ser plasmados para siempre, paisajes realmente espectaculares.

Un día, mientras paseaba cabizbaja por el parque, brincando de hoja en hoja de los álamos, se dio cuenta de que alguien la seguía. Por dónde ella pasaba, una hoja se movía: hoja, salto, hoja… y los ojos de alguien abajo: por cada brinco, una mirada. Se asomó como pudo mientras no cesaba en su paseo y consiguió vislumbrar a una chica joven con un pañuelo rojo en la cabeza que no dejaba ni un instante de mirarla: saltaba hacia arriba y los ojos la seguían hacia arriba; saltaba de lado a lado, los ojos se movían de lado a lado…

Más tarde, cuando pasó un buen rato y ya se había acostumbrado a la mirada cálida de su espía, decidió que estaba cansada y se recostó en la copa del álamo más alto.

La muchacha del pañuelo rojo sonrió, se sentó en el suelo, sacó un lápiz de rayas amarillas y una libreta de un bolso inmenso y dibujó. La pizca de viento, que era muy curiosa, se incorporó e intentó saber qué era lo que dibujaba la chica tan importante como para dejar de mirarla; pero…, no conseguía ver nada, estaba demasiado lejos; así que, de un salto seco bajó hasta la última rama del álamo más cercano a ella. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, sacó sus gafas de lectura y miró. Al ver lo que allí se garabateaba, no pudo contener un quejidito que salió de su pequeña boca de pizca de viento, que hizo que su amiga de pañuelo rojo mirase hacia arriba. Tan pronto como pudo, se escondió detrás de una de las hojas, ya que cuando las pizcas de viento hablan, nadie puede verlas y si alguien las ve, han de hacerse invisibles para siempre, mudas y no pueden acariciar ninguna cosa terrestre que exista.

La chica siguió dibujando sin parar un momento y la pizca de viento, casi sin poder parpadear, recordó al huracán y al tornado. Ya no quería ser ellos ni formar parte de sus espectaculares acciones; ella, ya tenía algo mejor, ella había conseguido, dentro de su pequeñez, su primer retrato.




Para la chica del pañuelo rojo

domingo, 19 de octubre de 2008

HERIDA ABIERTA


Si, sé que tengo la blogosfera abandonada, pero... me está pasando algo. Os lo cuento como mejor me expreso ¿vale? Ahí lo dejo y perdonad si no os pongo comentarios, os visito de vez en cuando pero... no escribo...Espero que cuando leáis mi explicación la entendáis. Un beso



No puedo dejar de contemplarme,
si,
lees bien.

No puedo ni quiero dejar de ojearme
y reencontrarme.

Tengo veinticuatro horas para hacerlo
y me parecen pocas las horas del día,
casi me falta la respiración cuando me miro.

Tengo el tiempo justo para escribir estas letras
sin dejar de observarme con un espejo al lado.

Y es que desde que me abrí en canal
no hago otra cosa que tapar la herida,
que no para de sangrar y sangrar.
Por eso no puedo dejarme ni un instante,
no puedo desperdiciar ni una gota de este líquido
que emano,
he de conseguir apurar esta fuente de placer
que no sé si duele o no,
pero que si se apagara y se agotara
no sé si podría volver a ser yo.

lunes, 13 de octubre de 2008

NADIE SABE QUÉ ES ESTO...


Nadie sabe qué es esto que no sabemos,

nadie lamenta más que tú los avatares y los sin sentidos

porque nadie,

nada más que tú y yo,

podemos sentir esto que nos arrastra:

… como un vaivén de cien mecedoras a compás,

si sucediera…

harían ruido.

No te fíes de mi porque no soy sana

yo no me fío de ti porque tampoco lo eres,

estos desquicios sólo son de gente infiel y poco serena;

yo no sé qué es esto pero puede que yo sea así,

tal vez nunca lo descubras,

por eso no te creeré si me cuentas qué es esto para ti;

me da igual si es verdad o alucinación,

sinceramente,

no me importa.

¿Sabes qué estira tu piel cuando me miras?

yo no tengo ni idea de qué es lo que tensa la mía

y, me digas lo que me digas,

no creo que te crea,

es menester que te tenga frente a frente y me hables

para notar esto que nadie ve ni puede tocar,

pero pensaré que es una ensoñación más y que no existes,

por eso no te molestes y no me digas lo que sientes,

no merecerá la pena,

tal vez no estés aquí conmigo y sólo seas fruto de la nostalgia;

por eso nadie te ve,

nadie te siente y

nadie sabes qué es esto que me pasa por la sangre y me hace sonreír.





sábado, 4 de octubre de 2008

NECESIDAD


Necesito estimularme,

salir de aquí y de estas juntas que me unen a todo.


Estoy pegada a mi misma y a ti,

mientras navego por ríos de escombro insalubre y

me acabo de desencontrar con el arte.



Me hacen falta unas alas o una mariposa:

algo o alguien,

que me facilite la necesidad...

imperiosa,

de volar.


LO SIENTO


Este post es solamente para pedir perdón... ¡mamá lo siento! a veces se me olvida que soy mala persona, pero de pronto hago cosas como la de hoy y vuelvo a recordarlo...
¿me perdonas?