Después de todas las tardes de rincones granadinos y vinos excesivos, nos besábamos descompasadamente y por entre casi todos los suburbios que transcurrían a nuestro alrededor (todo era un suburbio al lado del reino de los dos, la urbe de los cuerpos jóvenes trastocando el medio y a las gentes…), besos cálidos y húmedos de lengua y de palabras…, a la par de los labios besando, se derramaban palabras, frases, lírica y sonetos, estribillos y canciones… -¡oh Dios, era tan excitante esa prosa de saliva!- y poníamos fin a nuestras bocas yendo cada cual a su casa y relatando en folios y más folios, todo lo que habíamos sentido. A la mañana siguiente, quedábamos en el Triunfo y nos intercambiábamos los trozos de besos desdibujándose por entre los papeles rebosantes de líneas y nos marchábamos, casi sin mirarnos; con las manos llenas de hojas y el paso acelerado, en busca de un lugar donde volver a encontrarnos, pero esta vez entre los renglones, entre las letras formando palabras, entre las líneas nos acurrucábamos dejando pasar la gravedad y las horas… como sólo él y yo sabíamos hacer… como hoy iba a volver a repetir, al abrir estas pastas rugosas de color teja, que ya me estaban sabiendo a su boca 32 años atrás…(.......)
2 comentarios:
me tienes enamorada, quiero la quinta parte. Vaya historia!!!
Quiero el siguiente capitulooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!
Publicar un comentario